Remasterización
Anoche vi como, al recordar lo que no debo, comenzaba a temblar la ventana que estaba sobre nosotros.
Alcancé a advertirle a él, que ésta se desprendería sobre nuestras cabezas.
Dos segundos después, el marco se había desligado del muro y la ventana comenzaba a caer desde gran altura a la vez que rotaba en sí misma dirigiéndose hacia nosotros como blancos de un misil que nos haría pedazos.
Quedamos atónitos. Nos quedamos mirando fijamente con miedo y con dulzura mientras nuestros ojos eran capaces de decir aquello que no se puede verbalizar. Nos leímos sin necesidad de decir lo que no debíamos jamás pronunciar. Compartimos en silencio y en complicidad.
La quebrazón y el estrepitoso impacto de la ventana contra el pavimento, fue la manifestación del grito desconsolado de quien ya no tiene más que hacer. El llanto desgarrador de la pérdida total, de su merecida soledad.
La puerta siguió cerrada como nuestras gargantas, pero la ventana abierta y luego reventada, nos regaló esa libertad perdida hace tanto. Reconfortó nuestros corazones y unió lo que jamás debió colapsar.
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