Moneda de cambio

No puedo creer la ironía de la vida, de convertir la fecha más recordada en una macabra.
No me convenzo de que la otra parte no haya querido llegar a buen entendimiento, y que su orgullo y egocentrismo no le permita reconocer que no era el mejor camino.
Ni siquiera comprendo por qué me culpan, si puse todo de mi parte para evitarlo.
El amor no se regatea. El respeto tampoco. Los cariños, los derechos y las obligaciones no se rematan como en una feria de las pulgas. Se dan y se ganan.
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