Sor Teresita
Mi hermana estaba inundada de sus aires soberbios, catolicoides y moralistas. De nuevo me increpaba por algo que para mí era absurdo y que atentaba contra mis ideas del sentido de la vida.
No quise escucharla más y aunque sea un ejemplo de dignidad y decencia femenina, la así flaca como es y la remecí entre gritos. En realidad la golpeé.
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