"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

martes, marzo 07, 2006

Oligodecisiones

Existen decisiones que suponen acciones que se derivan de un análisis propio y único frente a la realidad donde nos situamos.

En algunas ocasiones, debo reconocer que me siento sobrepasada por ellas, inútil, y casi preferiría pedirle a alguien que realice por mí ciertas tareas donde lo que se evidencia es la duda de mi misma.

Debo reconocer, que esto no me ocurre con deberes simples, sino con aquellos que requieren de una concienzuda responsabilidad que no sé si porto, peligrando entonces el efecto de la decisión, dado este tremendo temor que me acompaña.

Cuando era niña, me abrumaba el hecho de ir a comprar zapatos de colegio, pues me los debía probar y decir como me quedaban. Era una decisión que requería de un análisis detallado de mi realidad, pues sólo yo sabía si el zapato calzaba o no. Podía decir simplemente que sí, pero ¿qué pasaba si en realidad me quedaba apretado y yo no lo notaba? Eso significaría ir al colegio todos los días de ese año con los pies apretados y calladita, para que mi padre no desembolsara dinero nuevamente en otro par de zapatos. En eso tiempos, la oferta era poca, y los Calpany venían sólo en caja metálica y a un valor equivalente a un Nine West.

Habría querido que mi papá fuera el único responsable de ese desembolso, con el cual yo ni siquiera estaba de acuerdo a mis cortos 3 años, que fue cuando entré a Pre-Kinder en jornada diurna y usaba jumper. Ojalá él hubiera podido probarse el zapato por mí y decirme: en realidad Tukío, debes pedir un número más. Sin embargo, la responsabilidad recaía sólo en mis pies y en mi joven criterio.

Con el tiempo, con el error y con el desarrollo del juicio, fui aprendiendo a analizar dedo por dedo, a proyectar el tamaño de la uña, y evaluar si el zapato se ablandaría o me dejaría sin correr todo el año. Al mismo tiempo, junto con el desarrollo de la personalidad, fui pudiendo interactuar con el vendedor hasta quedarme tranquila con mis preguntas y sus respuestas.

Hoy en día, el caso Calpany, lo comparo directamente con mi incapacidad de ser paracaidista. El paracaidismo es algo que siempre me ha llamado profundamente la atención y fue por largo tiempo mi sueño realizarlo. Sin embargo, "todo se derrumbó dentro de mí" cuando me enteré que para poder lanzarse al vacío con el paracaídas, éste debía ser doblado minuciosamente por uno mismo. Es decir, existía la posibilidad de que el aparato no se desplegara y yo muriera, debido a una posible y propia negligencia.

Aún no me siento confiada de mi misma como para doblar un paracaídas bajo el slogan "armado de vida o muerte". ¿Qué pasa si me olvido de algo? ¿Cómo evito desconcentrarme mientras armo el paquetito? ¿Y si me voy en la volá creativa y hago un origami distinto al estipulado? ¿Y si estoy convencida de que lo estoy haciendo perfecto, pero en realidad entendí todo al revés? Estos son mis temores profundos en la vida.

Tal vez si hoy los zapatos ya no me aprobleman tanto como a los 3 años, esto del paracaídas lo consiga superar a los 65. ¿Cuál será mi temor en esa época?

Le temo a las decisiones trascendentales que pueden cambiar el curso de la vida, pues necesitan de mi sola reflexión, sin embargo, a las que se pueden resolver con más inmediatez y menos seriedad, les aplico sin analizar, una efectiva herramienta de doble filo: la impulsividad.

Con ésta última, he llegado más alto que el avión de donde saltan los paracaidistas, y con el porrazo, mis zapatos han quedado enterrados conmigo, a 3 metros bajo el suelo.

5 Comments:

Blogger Cerámicas said...

"Me pongo de pié" para aplaudirte querida Tukio, escribes demasiado bien, me reí mucho con tu historia.
Me puse inmediatamente en el lugar de mi hijo, ya que hace 2 años que le estoy comprando zapatos de colegio... (le quedarán realmente bien?).
No pares de escribir porque eres genial... Felicitaciones!!

7:54 a. m.

 
Blogger Unknown said...

si serás pava,

tira el cordón del maldito paracaidas departamento pueh nena

su inteligencia emocional es tan poderosa, que parece que se me la come

las desiciones largas o más de por vida, ponte tú, no las conosco

sigue tus impulsos y sigue siendo la felina intrépida, atrevida, sube a mil aviones, da extensiones en calpso

baccio

9:16 a. m.

 
Blogger :: ritalin :: said...

Si algo he aprendido en mi laif (que son 29 nomás, no es pa tanto) es que, respecto a tu vida, son pocas las veces en que tomas una "mala decisión". La gran mayoría de las veces puedes recular. Con el pack de regalo: ¡Has aprendido algo!
Así que dadle nomás. Carpe diem. Carpe carretem. Carpe santiagum.

9:28 a. m.

 
Blogger palomitakymberlyn said...

Me pregunto querida sobri Kio, qué haces detrás, o delante, de tu escritorio, que mejor no das rienda suelta a tu imaginativa pluma y te dedicas a escribir? lo haces tan bien que me da gusto leerte cada vez..... creo que mejor cómprate la tinta por galones y deja que tu mano siga los impulsos de tu imaginativa cabecita......

11:48 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Una creatura te observa siempre
aunque tu no la ves
ella te mira
atenta a tus palabras...

besos

3:09 p. m.

 

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