Oligolotería
En el Bali Hai, los días que se celebran matrimonios en el salón VIP, regalan a los invitados especiales un cartón de lotería.
Este juego, tiene unas bases únicas y si se es valiente, se puede ganar un premio que garantiza fondos de riqueza inagotables de por vida.
Lo importante, es escoger la categoría en la que se participará, la cual va del 1 al 24.
Lo otro importante, es que así como en los raspes queda un recuadro que no se puede raspar, acá debe haber al menos cinco testigos de fe, que no pueden ser otros que el personal del local.
Así fue como sin estar al tanto de nada, me llamaron a la barra del lugar y me entregaron un cartón para raspar. Luego fui rodeada por cinco acreditados testigos que me aconsejaron antes de decidirme por una categoría.
Si escogía la número 1, sólo podría optar por ganar cien mil pesos. Sin embargo, esta cifra se elevaba al cuadrado cada vez que pasaba a la categoría siguiente.
El premio se recibía sólo si acertaba a la pregunta asociada, y ésta aumentaba en complejidad cada vez más, siendo la 1 la más fácil y la 24 prácticamente imposible.
Esta trivia me tenía nerviosa, me recordaba a Don Francisco con su programa de preguntas mezcladas con comodines, luces, parientes y comerciales, y mi ansiedad se acrecentó al optar ambiciosamente por la categoría 24, cuyo premio era un cifra incuantificable. La pregunta se venía...
- "¡Escogió la 24!". Dijeron 5 personas.
Una vez que todos reconocieron mi opción, debí raspar la celda con le pregunta vigésimo cuarta, que correspondió a una "imitación".
- "Debes emular el sonido de un..... fideo!!!!!!"
Tic - tac - Tic - tac - Tic - tac - Tic - tac...
En ese momento, puse la boca como quien dice "Uuuuuhhhhh", aspiré hacia adentro y dejando apenas un agujero por donde cabría un tallarín, sorbí intensamente aplicando algo de saliva semejando la sonajera de un sorbeteo de spaghetti con salsa pomodoro.
-"¡¡¡Perfecto!!!!". Dijeron los cinco croupiers.
-"¿Eso era todo?"
Petero Edmunds, alcalde de Rapa Nui, me entregaría el premio en Atamu Tekena durante el fin de semana.
Viajé a la isla y en una fabulosa ceremonia, tenían la pila de dinero cubierta con una lona. En presencia del pueblo -que se resiste a los casinos en el lugar- danzaron típicamente, ornaron mi frente con guirnaldas y coronas y destaparon la pila que no era otra cosa que un Moai de valor incalculable para la humanidad entera.
Si bien no me lo puedo traer ni vender, ¡soy millonaria!
4 Comments:
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7:40 p. m.
hola konitukio: qué tal el hachazo al otro día??
salu2
10:48 a. m.
Oh mein gott... estas increiblemente famosa y visitada... Vamos de nuevo a la isla y me muestras tu moai :-)
5:44 p. m.
la caña va descrita especialmente...
cómo estuvo la suya?
7:37 a. m.
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