Oligoamores y su legado
De los amores quedan cosas. Por ejemplo, del amor peruano aprendí a valorar la proteína de la clara del huevo y su importancia en el desarrollo muscular,así como también que las pasas ayudan a la vascularización antes de subirse al escenario para la competencia de fisicoculturistas y que su resultado son venas impactantes, hinchadas tanto como los músculos. Ah! Y si la dieta es hipocalórica, la baja de glicemia se contrapesa engullendo un tomate. Además conocí el algodón peruano y el pisco de alta graduación alcohólica que no deja caña.
Del abogado aprendí que era muy niña todavía, que el Gato Viudo me quedaba grande, que mientras yo le regalaba una tarjetita pequeña hecha a mano con amor, él esperaba un condón. Aprendí algo de derecho romano y del código civil, herramientas útiles para más adelante.
Del estudiante de ingenieria civil, aprendí el valor por la familia, de tuercas, de fútbol, de sexo y del amor. Conocí a Rage Against The Machine y aprendí a pelar forro en un Renault Fuego.
Del chico de la batuta, aprendí que es muy dificil competir con una Ex, conocí a Mr. Bungle y experimenté la adrenalina que se produce al tirarse cerro abajo en un jeep botando todo a nuestro paso.
Del escultor aprendí a hacer arroz graneado picando verduritas y usando el tostador. Aprendí que con un fierro botado en la calle se puede hacer una obra de arte y que tirando los deshechos orgánicos de la cocina a la tierra del árbol limonero, se puede obtener el mejor pisco sour al usar esos limones.
Del actor famoso aprendí el valor del ser consecuente con las vocaciones. Conocí lo que es un refrigerador 100% pelado y alimentarse sólo con batidos proteicos, las lámparas Mathmos y el sushi. Viví lo que es andar con un famoso firmando autógrafos y caché que mi mamá no ve tele porque no lo reconoció pese a que estuvo con él conversando en el living de la casa.
Del comunicador radial aprendí que la soberbia empaña las apreciaciones, sé que te pueden agarrar a besos fuera de la radio en el primer encuentro y que luego de eso, te pueden quitar el saludo.
Del otro actor aprendí algo acerca de drogas y que la cocaína no es lo mío. Sí viví la intensidad, el asedio y saboreé su pollo Thai con palitos un día que me consolaba y me prestaba plata porque me habían robado la chequera en mi trabajo.
Del cubano aprendí salsa, conocí la ropa vieja y un café muy intenso. Conocí la mayor mentira hasta entonces experimentada cuando descubrí que tenía una mujer que estaba además embarazada.
Del brasilero aprendí el valor de la amistad. Me rescató cuando un afroamericano me echó a la calle y lo acompañé a firmar a los tribunales de justicia de Sao Paulo donde estuvo preso por una redada que se hizo entre traficantes de maconha. Por supuesto, a él lo encarcelaron "por error".
Del bombero aprendí el valor de la lealtad, conocí todas las claves de los llamados, lo que es un BackDraft, jergas de radioaficionados y por sobre todo, el aprendizaje mayor fue que jamás hay que hacer sufrir a nadie.
Del vecino aprendí que jamás hay que meterse con un vecino.
Del gringo aprendí que prefieren a las indonesas por sobre a las latinas.
Con el chico que trabajaba en RRHH, descubrí que detesto que los hombres que usan el mismo par de zapatos para todo. Es decir, tanto para ir a la oficina, a un bar, a bailar y chapotear en las olas. Además que el machismo no es lo mío y menos los amigotes ebrios que te llaman para consolarlo a las 4 de la mañana porque te extraña...
De mi amigo conocido por internet, supe que es posible entablar amistades largoplacistas pese a la virtualidad del medio que en cualquier momento se torna real.
Con el neozelandés conocí los billetes plásticos de Nueva Zelanda antes de que aparecieran los chilenos de dos lucas. Me explicó de las especies marinas, del clima y de las similitudes con Chile. Además conocí el sitio web de la armada neozelandesa que es su pasión y me dijo que existe agua mineral de dos tipos: sparkling y non sparkling...
Del periodista aprendí que por sobre todo en la vida hay que ser uno mismo, libre y coherente.
Y de todos, finalmente, aprendí de mi...
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