"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

jueves, marzo 10, 2005

Dobleces y Mitades

Ya comenté que tenía un doble, pero como ya no está de cuerpo presente, es que encarno ciertas duplicidades implícitas y al mismo tiempo evidentes.

Tengo dos veces la cintura que anhelaba tener, mi boca es el doble del promedio (de ancho, largo y grosor), el dedo chico de mi pie izquierdo está deformado a dos veces el tamaño el dedo chico del otro pie –que vendría siendo mi referencia de lo normal para mi ,porque lo acepto como tal-; tengo una nariz que se duplica en tamaño con respecto a lo que se proyectaba que llegaría a ser a mi edad y mi poto dobla en anchura a lo que son los pares promedios de mi género, raza y etariedad.

En todo caso mi teoría se ve violentada por un fenómeno matemáticamente contrario: las mitades. Esto se manifiesta en mis piernas por ejemplo, que sólo tienen la mitad del largo que correspondería, la zona de mi cuerpo más sensible es la que está justo en el medio: mi ombligo; cuando me duele la cabeza padezco de hemicránea (que consiste en un dolor equitativamente parcelado de manera meridional); y tengo el 50% de la vergüenza que tenía antes, aunque el doble del coraje.

Creo que si lo que tengo multiplicado por dos, lo divido por la mitad, finalmente tiendo a 1, “una sola”, y doy las gracias a quien me diseñó porque podría haber resultado completamente al revés: la cintura a la mitad de lo normal, la boca al 50% del promedio, el dedo gordo deformado a dos veces su tamaño, una nariz reducida a la fuerza; y carencia potil.

Siguiendo con las atrocidades, si mis piernas fueran en vez de la mitad de largas, el doble de flacas; si tuviera la zona más sensible de mi cuerpo al doble de la distancia de ahora (es decir más allá de mi cabeza o de mis pies: o sea fuera de mí), si los dolores de cabeza fueran permanentes estados jaquecosos con un 100% de área craneana cubierta, si mi vergüenza se duplicara cada vez más y mi coraje se redujera a la mínima expresión, sin duda que habría sido un perfecto error: habría nacido idéntica a cualquier otra mujer de mi familia.