Dicotomía Oligoesquizofrénica

Tal vez ella trabajaría en una empresa biotecnológica y su hermana en la barra de un Bar, o vice-versa.
Una vestiría de traje y la otra de encaje. La primera tomaría discretamente caipirinha de sake y la segunda perdería la cabeza, sumergida en una botella de ron día tras día.
Nunca sabrá si el delirio por la noche es propio o prestado, o si lo suyo es madrugar y dilucidar la realidad atentamente. Por el contrario, a veces le parece más auténtico el rol de enajenada, el cual integra haciéndolo muy propio y -con la luz apagada y la mente turbada- prefiere hacer oídos sordos. Una dicotomía que habita en ella esquizofrénicamente.
Consuelo está como impresa en cuatricromía, tiene tiro y retiro, pero no es doble faz.
Sus barnices tienen reserva y, todo eso, por un lado la hace brillar, pero por otro, revela las grasosas huellas dactilares de quienes han intentado leerla y ahora la guardan en algún baúl de recuerdos.
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