"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

lunes, agosto 22, 2005

Latas vacías


Mientras más nudos zurcaba por el océano y más pasaban los días, más lejano estaba el molo del que zarpé.

Mientras avanzaba, aumentaban las alternativas de destino y ya la próxima playa no resultaba tan atractiva como antes , y ahora la próxima escala ta vez sea esa isla, que a "tan sólo" mil kilómetros hacia el norte se dibuja nimia en un mapa raído por el salado viento.

Divisé el trozo de tierra y pude observar su atmósfera y adivinar el tiempo. Todo indicaba que habría tormenta, sin embargo, eso no era impedimento para mí. Y mi problema es ese: ¿Qué es un impedimento?

Como era de esperarse, mi barca se remeció entre truenos y fue azotada intensamente por la lluvia. Más tarde, salió el sol y continué mi camino con una tormenta más en el cuerpo.

Con el paso de los años, mi barca se ha ido simplificando. Ahora más bien parece una balsa. El equipaje se ha reducido notoriamente y voy cada vez más liviana. Ya he botado todos los tarros de conservas vacías y he aprendido a sobrevivir por mis medios sin abrelatas. He cambiado el peso de mi mochila por el de mis músculos. Avanzo más rápido, me caigo más fuerte, camino más certera y me dirijo a un lugar sin fronteras y sin nombre, donde no sé quienes estarán. De seguro serán personas de una raza distinta a las que abandoné en el puerto hace 7 años atrás, y según dicen las pistas, hablan una lengua que es la mezcla de todas las que he ido aprendiendo.