"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

lunes, agosto 12, 2013

Noche de Gloria

Ese día estaba tan cansada... Había madrugado dos horas antes del amanecer, había ido a la feria antes de que estuviera montada, había estado toda la tarde aprovechando mi día libre de madre para hacer muchas cosas pendientes y no me di el trabajo de sacarme el pañuelo de yoga de la cabeza antes de partir a mis dos funciones seguidas de cine para uno mismo y así matar el final de un día sábado.

Vi Gloria, esa película chilena que nos representa a muchas mujeres. Y por qué no decirlo, pese a estar unos 15 o 20 años lejos de esa realidad de la mujer separada, con nietos y con claras huellas del memorión paso del tiempo, me sentí casi fotocopiada.

Esa mujer liberal que busca sentir que está viva y que en cada guiño de la vida ve una oportunidad para amar pero que se desvanece con cada "no importa, así es la vida"...

De la sala de cine donde vi Gloria me fui introspectivamente a la sala VIP contigua a ver otra película que ni recuerdo. Sólo recuerdo estar cómodamente sentada en un diván, comiendo unas quesadillas con jugo mientras me daba cuenta de que era la única persona sola en medio de una sala repleta de espectadores de la tercera edad. Eran las 23 horas y comenzaba mi experiencia donde me sentía una Gloria de 60 años entre un público de 70 años.

Mal.

La vi igual completa. Y fue a la salida donde decidí quemar los últimos cartuchos del día acompañando a un amigo a escuchar una Banda de Rock. "Esto no puede ser señores... Por qué me estoy asesentando a mis 39 años? Vamos a revertir esto!"

Tomé mi auto, sintonicé la radio del rock para entrar en frecuencia, cambié mi look, y venciendo la tentación de asesentarme nuevamente e irme a dormir, opté por la chaqueta de cuero color negro, las botas ad-hoc y el pelo suelto.

Ahí estaba Gonzalo en la puerta. Ahí dentro estaba la banda. Ahí estaban repartidos los conocidos de siempre. Pero también estaba para mi impacto ese hombre que me robó el corazón vidas atrás y que hoy desde la primera mirada me lo está devolviendo...

Travesía

Miro tus zapatillas y me pregunto por dónde anduvieron antes de llegar hasta la alfombrita de lana de mi casa.

Las vuelvo a mirar y a primera vista me parecen tiernas así tendidas, como resignadas, con su cara de buena onda y de no conocer reuniones de directorio ni funerales.

Las miro objetivamente y me parecen grandes y oscuras, simpáticas pero cansadas. Contrastan con el blanco y fucsia que impera en este espacio, pero ponen la nota rockera, chascona, espontánea, campestre y masculina que por aquí hacía falta.

La verdad es que poco me importa la biografía de tus zapatillas. Sea lo que sea que hayan caminado, conocido o explorado, todo ese recorrido es lo que las trajo hasta aquí, como si este lugar fuera un terminal del TranSantiago donde han querido quedarse a esperar que se inaugure la nueva línea del Metro para comprar un pasaje doble.

Se ve que tienen heridas de guerra, que se han ido amoldando a tu manera de caminar y que te conocen porque te esperan donde saben que vas a llegar.

Entonces siento que si tu cabeza de artista en el cielo y tus realistas pies en la tierra han sido operados con el mismo corazón, no puedo menos que amar toda la travesía y entregarme a navegar contigo en el alegre mar de tus ojos...