"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

miércoles, abril 06, 2005

Oligotravesìa

Es verdad que en moto todo es más rápido. Puedo aseverarlo ahora que Coke Tukío me ha prestado la suya y he aprendido a manejarla.

A pesar de su gran peso, la complejidad mecánica, la ausencia de tecnología electrónica -como para darle una partida fácil- he logrado hacerla andar, acelerarla y equilibrarme en ella.

En mi primer día de real práctica conductiva, me dirigía por Maipú con dirección a Recoleta. Iba atrasada y debía sortear todos los obstáculos del camino para llegar puntualmente a destino. Puse primera y, por mi inexperiencia, se levantó la rueda delantera. Nunca más pude bajarla. Por más que lo intentaba la moto más se erguía, incluso despegándose completamente del suelo.

Comenzó un ascenso sin referentes, iba dando botes sobre autos estacionados sin dejar marca en ellos. Al tratar de controlar la máquina, más me elevaba.

Pasé sobre arbustos, sobre copas de árboles, sobre los postes y los cables del alumbrado público. Los tocaba por si acaso -de manera irresponsable- pero no me electrocutaba.

En vez de lograr pisar tierra, cada vez alcanzaba más el cielo, llegando incluso a descubrir las enormes lámparas que cuelgan del firmamento. No podía girar mi cabeza hacia arriba, por lo tanto me conformaba con los 180 grados de visión que la posición me permitía.

Ya no quería seguir ascendiendo. El suelo estaba cada vez más lejos y todo se hacía pequeño. En eso y dada la desesperación por detenerme, logro asir el cable de unos de los focos que colgaba del cielo -no sé como se anclaban a éste, pero estaba aparentemente firmes- así que me cuelgo presionando la moto con mis piernas y comienzo a descender a gran velocidad.

Afortunadamente, las lámparas como tulipenes (sic) invertidos, hacen las veces de paracaídas suavizando mi aterrizaje, sin mermar el impulso previo a poner primera y seguir rauda por la cerretera pisando tierra firme... para llegar a mi destino.

martes, abril 05, 2005

Oligoexpresión

Aunque te mostraras reacio e incrédulo, sabía que en algún momento se te derretiría la palta y finalmente aceptarías venir conmigo.

"Derretir la palta= Expresión que significa sensibilizarse hasta el punto de ceder en algo."

Oligotragedia

Por la verde pradera enmarcada entre cielo y cordillera, íbamos respirando los últimos estertores de calidez que brinda la naturaleza en sus iniciales días de otoño.

Una flor se erguía entre las malezas y su belleza cromática resplandecía en contraste con la frialdad opaca de las piedras que la rodeaban.

Me incliné a observarla y, a pesar de ser lo único que podía regalarle a él, pensé que no debía sacarla de su contexto y así no interferir en su débil existencia.

Sin embargo, dicho pensamiento, sólo duró medio segundo y la corté de raíz, entregándosela a mi amado. Él la recibe feliz, se emociona ante tan delicado gesto de floricidio, se monta sobre la moto, pero la mano que sostiene la flor la necesita para conducir.

"¡No te preocupes amor mío! ¡Con esta flor ornaré tu vehículo y tus manos enteras para tí estarán!"

En la moto y frente a sus piernas, hay un orificio que podría hacer las veces de florero. Entonces, tomo la flor, la introduzco en ese espacio donde sigue erguida y bella otorgándole un valor de frescor natural a la ensordecedora máquina.

Nuevamente, por la verde pradera enmarcada entre cielo y cordillera, esta vez con flor incluída, seguimos respirando los últimos estertores de calidez que brinda la naturaleza en sus iniciales días de otoño.

Llegamos al río, bajamos a sumergir nuestros pies en las frías aguas, bebimos vino, comimos queso, reímos y nos besamos.

De regreso a la moto, estaba ella, lacia, teñida del petróleo que había absorvido a través del hoyo de la tapa del estanque de bencina , yaciendo mustia y desteñida tras largos minutos de silenciosa agonía.

El sentimiento de culpa y mi arrepentimiento por haberla extraido de su hábitat cordillerano, me instaron a desear darle un último descanso a su extinguido cuerpecito de flor. La tomé con solemnidad, y enrostrando al viento, la lanzo en raudo vuelo al lecho del río, para limpiar su tallo contaminado y darle un último respiro.

Sin embargo, nuevamente erro. Al querer hacerla volar cual mariposa, el viento la azota contra el suelo, incrustando sus marchitos pétalos entre tierra y piedras, donde queda adherida y resignada a la más cruel de las muertes mientras me alejo sin ya poder hacer más nada por ella, a quien le he quitado la vida. y cuyo único pétalo seco se agita con el viento mientras se van rasgando sus filamentos.

Oligorecorder

Típico que a las mujeres nos recriminan por inoperantes en materias tecnológicas, por poco duchas en temas mecánicos y por carentes de esfuerzo en asuntos de motricidad aplicada a aparatos. Yo no soy así. Me reconozco un poco más involucrada en estas cosas que el promedio de mis congéneres, sin embargo, algunas veces reconozco en mí algunas de esas características cuando menos me lo espero, sobre todo cuando he consumido algún tipo de aditivo que me hace perder la relación tamaño/peso, distancia/velocidad, sentido/dirección o secuencia/lógica.

Esta vez, sin mediar agente alguno, me enfrenté a la incapacidad de operar la grabadora de Coke Tukío. Se trataba de un aparato rectangular cuyos botones él comprendía y operaba perfectamente, mientras que yo, no los lograba inteligir e incluso era imposible para mí activarlos.

- "Mira... Es-tos bo-to-nes se a-pre-tan des-pa-ci-toooo.....", me dijo pronunciando cada sílaba en tono de reproche.

Lo miré. Era lógico que se apretaban despacio, pero era falso. No tenía la fuerza para presionar la tecla "Play" tal como no la tengo para hacer partir la moto pedaleando. Era durísimo.

Me sentí una mujer típica ante sus ojos y me invadió la rabia por la injusticia. Yo no soy lega, sé usar aparatos y acá algo pasaba. Por ejemplo, según él, se retrocedía con la tecla: ">>>". Para mi esa debería ser la de avanzar. Y vice versa. Porque claro, paradójicamente, siempre a la derecha se le otorga el significado de avanzar, abrir, comenzar... Pero él sabe que eso no es así, entonces la opera de acuerdo a sus paradigmas y le funciona. ¡Qué inteligente esta grabadora capaz de funcionar de acuerdo a los ideales del usuario! Coke Tukío tiene ese don, hacer que las cosas marchen a su manera sin jamás perderse y sin quemar nunca un pantalón aunque lo planche al máximo de la temperatura permitida en el aparato. (Cuando intento planchar así, se me quema hasta la tabla).

Me explicó varias veces como usar la cosa, hasta que comprendí que era exactamente al revés de como yo pensaba, así que mediante la práctica de la antonimia -que no me permitió equivocación alguna siempre y cuando no olvidara cuales eran los antónimos de mis conceptos- aprendí. Le agarré la maña al asunto y ahora sí iba a poder grabar.

Nuevo problema: ¿En qué dispositivo graba esta máquina? Ah... ¡¡¡En un cassette!!! A través de la ventanita de plástico negro se distinguen las dos ruedas y sí, es un cassette. ¡Qué bueno! ¡Esos sí que los sé usar!

Presiono el botón cerrar que es el que se usa para abrir, y lo hago suavemente porque las teclas son muy duras. Y se despliegan -en un acto emulado de la naturaleza- una cascada de tres cassetes, los cuales interconectados graban el sonido de cassette a cassette, como si fuera agua cayendo de terraza en terraza.

Coke Tukío me dijo que tuviera cuidado con la correa de distribución de las cintas, ya que al abrir las tapas, ésta queda asomada y me puede cortar un dedo.

Fui cuidadosa y aprendí a grabar. Ahora me falta la segunda parte: inventar qué decirle al freaky aparato, aunque según mi lógica, no debería decirle nada al micrófono y tan solo grabar el silencio,para que así tal vez, cuando ponga STOP, pueda escuchar lo que no grabé y sea toda una revelación.