"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro. "Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla. - "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar. - "Te hacen falta Oligoelementos".

martes, marzo 22, 2005

Oligoputa II

El Jean Manuel me miró con sus ojos tristes la segunda mañana. Yo, -su madre- me iba a clases nuevamente y aunque cada vez que reconozco en él esa expresión de angustia me invade una gran pena, me puse firme y me concentré en mi meta -que como ya dije antes- la tengo clara. Además todo es por mi hijo y por nuestra felicidad.

No alcancé a peinar al morocho. Además la tarea de escarmenarle el pelo me toma más de media hora, aunque debo agradecer que no chilla como yo cuando chica cuando me pasaban la peineta y me rastrillaban las orejas. Me preocupo de no cometer los mismos errores, es por eso, que desenredo su africana melena, pelo por pelo, dejándo su cabeza tan redonda y voluminosa como extrañamente a él le gusta: estilo el quinteto de apellido Jackson que él jamás ha visto.

Mi niño, mi negrito lindo... Me mira con sus ojos brillantes de pena, como diciendo que lo abandono tan seguido. Pero yo cada vez que eso pasa, lo abrazo y le digo que él es lo más importante en mi vida, y que ya comprenderá. El va a cumplir 5, todavía no sabe hablar, pero su mirada lo dice todo.

No recuerdo quien es su padre, pero estoy segura de que se parece a él porque de mi no tiene nada. Es difícil recordar quien será hombre que dejó un descendiente en estas tierras chilenas, un descontextualizado pequeño con los rizos más duros e impermeables al agua que haya visto, con la piel muy gruesa y además repelente a los insectos , con ventanas nasales amplias últiles para respirar en temperaturas extremas, con una piel color chocolate que jamás sufrirá de insolación y una gran facilidad para bailar salsa erguido apenas un metro sobre la esquina de la cama.

Bueno, ya es tarde. Son las 7.30 de la mañana y debo salir a tomar la micro. Jean Manuel baila en la esquina de la cama armónicamente moviendo todas sus extremidades al son de su música imaginaria y seguramente sin letra. Tomo mi cartera, reviso mi uña y parto -esta vez sin termo- a mi nueva clase.

Llego temprano y tengo tiempo para ensayar el Straigh Spin T. Cuesta retomar, pero si Jean Manuel sacó algo de su madre, es el talento para los bailes, así que ya a la tercera, soy experta.

Ya a las 9, han llegado las 17 alumnas. La profesora, entra y esta vez la clase era en el auditorio. Nos sientan en sillas universitarias alineadas en forma de espina de pez, nos entregan carpetas, hojas en blanco, lápices y una caja de útiles. Se apagan las luces. Se escucha una corrida de telón y no vuela una mosca. Se enciende la pantalla y comienzan a exhibir documentales experienciales de alumnas ya graduadas.

" Capítulo I: El Straight Spin T...." - dice una sensual y cándida voz femenina.

Este capítulo es el más corto. Nos muestran a una alumna en práctica realizando al rutina de manera ejemplar. Claro que está en buzo y en la sala de baile. Luego se escucha la misma voz diciendo: "El Straight Spin T en su contexto...." Y aparece la profesora cuando era joven, entrando a una habitación donde la espera un incrédulo hombre. El no tiene mucha fe en ella, ya que es su primera vez contratando los servicios de alguien de la nueva academia (nueva en los años 70), pero ella se encarga de hacerlo entrar en confianza, cuando luego de traspasar el umbral de la puerta, lo queda mirando fijamente a los ojos y engalanada en un exhuberante atuendo cargado al encaje, a los rojos, a las transparencias y dejando poco para la imaginación, señala su ombligo con la uña y comienza a dar un giro, el Spin más maravilloso que hayamos visto, convirtiéndose ella entera en un imán para ese hombvre ahora reducido a su mínima expresión frente a tal magnífica demostración. El ya no quiere esperar...

Se abre el telón. Nuestra profesora tiene lágrimas en los ojos. Su cuerpo ha cambiado, su giro ya no tiene la misma magia, pero yo ya quisiera llegara así a los 61 años. La ovacionamos de manera unánime y nos volvimos a sentar a esperar la segunda exhibición.
(continuará)

Oligonáutica

Esta vez sí entramos, no como hace un mes atrás en que la nave, huérfana de ambiente, espantaba haciéndonos retornar al inevitable Clan.

Al traspasar la compuerta, vi a muchos de mis amigos, pero como ha de corresponder, el primer abrazo fue para la festejada garota.

Con aspecto de burdel de poca monta- pero en intento de recuperación- este barco hundido en el fondo de Bikini, otorga un oligoespectáculo a través de sus ventanales , que con vista a la inmensidad de frías aguas, nos enseña la variedad y abundancia de nalgas submarinas.

Al mirar la danza de cortejo de los seres flotantes, me detengo a observar el reflejo de lo que ocurría adentro: una síntesis oligonáutica entre la Esmeralda hundida y el Caleuche, ya que al evento habían asistido en vez de Arturo Prat, la resucitada madre de Bernardo O’Higgins -recién descongelada- y además fui intrépidamente abordada por el mismísimo Trauco y defendida por el Demonio de Tazmania.

La fauna era variada, detecté Lomos Marinos y en el cuarto de baño conocí una Anguila.

Me invadió el sopor del vodka, escapé nadando en mares de alcohol y ahí quedaron todos augurando el desentierro de Diego Portales.

jueves, marzo 17, 2005

Oligoputa

Que bueno que me seleccionaron. Y que suerte que justo el día que postulé se me veían las piernas más largas. Tal vez por eso ahora puedo ser parte de la élite de nuevas alumnas para el FinePros Academy. En español: Academia de Putas Finas.

Hoy empezó el curso. Nos pusieron unos hot pants super rebajados, se me veía flor de culo y no se me cachaba la celulitis. Así que regio, pasé piola. Estoy segura de que me haré una buena cartera de prospectos y tal vez me asciendan rápido de FinePros Bronze a FinePros Silver. O sea, más plata por menos tiempo de servicio y clientes más exigentes. Claro que la categoría Golden tardará más y deberé conseguirla con mucho trabajo y esfuerzo

La clase estuvo entretendida, nos tomamos de la barra que había adosada al muro de espejos y me veía igual que una bailarina de ballet. Como requisito de postulación, me debía dejar crecer la uña del dedo anular derecho y lucirla bien pulida, limada, barnizada y con la punta pintada al estilo manicure francesa . No sabía para que necesitaríamos eso, todas teníamos la duda y estábamos muy emocionadas. Y como no estarlo si todo lo nuevo que se aprende en la vida es bienvenido, sobre todo si a una la hace mejor puta.

Estábamos así, afirmadas en la barra y comenzamos a erguirnos con la postura Straight-T. Es decir, los brazos abiertos y la espina dorsal muy estirada, el mentón elevado, así, todas dignas y con la mejor sonrisa. Luego debíamos abrir los brazos y ponernos en punta pié. Repetimos este movimiento toda la mañana y nos fuimos a almorzar.

Yo llevé en un termo con porotos con riendas y le convidé la mitad a la María Fernanda que no había llevado nada. La Toya me dio dos wantanes y la Florence un sándwich de Pate Fois en marraqueta.

Seguimos la clase y luego de comer no estábamos tan ágiles como en la mañana, pero nos dijeron que de ahora en adelante se habilitaría la cocina y comeríamos lo que indique la nutricionista caso a caso. Lo bueno es que me voy a ahorrar la plata del almuerzo porque la comida está incluída en el arancel mensual.

Luego de retomar el paso Straight-T, nos preguntaron si teníamos preparada la uña. ¡Todas estábamos listas! Por fin sabríamos para que es. La profesora, a la que todas seguíamos, agregó un nuevo paso en la rutina, y luego de erguirse y abrir los brazos, puso el cuidado dedo anular en posición vertical frente a su ombligo. Pudimos ver como la uña brillaba y se cargaba de la energía parmitiendo a su cuerpo dar el más hermoso de los giros, cuyo centro de gravedad era justamente este detalle tan delicado, barnizado y limado.

Nos costó emular la coreografía, pero finalmente todas lo fuimos consiguiendo: Aprendimos la clave, el Straight-T-Spin, que será de ahora en adelante la introducción para nuestros clientes al comenzar a darles el servicio.

Me alegra poder mañana ser más puta que hoy. Lo principal en la vida es la autocrítica y las intenciones de superación. Acá, además de eso, cuento con excelentes docentes y un equipo de compañeras de un nivel muy competitivo. No me cabe duda que esta ha sido la mejor decisión en mi vida y no puedo quedarme dormida esperando a que amanezca para ir a mi clase de mañana.

viernes, marzo 11, 2005

De mis depas

A G&G (Gaby y Gitano) más el monstruo Chávez Jr., les debo mi primera mudanza. Esa noche de marzo de 1999 en que subí mi cama, mi televisor, una bolsa con ropa, algunos libros, un hervidor de agua tipo comercial de Nescafé, un tazón que decía “Feliz Cumpleaños” y un vaso de cerveza con el logo de “Becker, para estar en otra, partí rumbo al Forestal con mis primeras llaves en mano.

Permanecí en ese departamento por seis meses, ya que haciendo caso a mi madre que decía que debía irme “donde las papas queman” me fui de vuelta al “barrio alto” donde sí me visitarían. Para la mudanza, llamé a dos de los tres chiflados, quienes me ayudaron con fruición y torpeza.

Ese departamento estaba justo en medio de una de las líneas de la muerte, y tal como el fengshui lo dice, me acaecieron todas las desgracias posibles: perdí el trabajo, con ello el dinero, luego el amor, la gordura, dos gatos, mis plantas y la razón. Me salvé de lo que otros no se salvaron en ese edificio: la muerte por intoxicación con monóxido de carbono.

Me fui de una esquina norponiente en calle Encomenderos, a una exactamente opuesta trasladando mis cosas en carro de supermercado. Ahí estuve desde principios de septiembre de 1999 hasta exactamente un año después, cuando cansada de lidiar con la prostituta que usaba mi estacionamiento y pagar elevados gastos comunes para contribuir a la belleza de este lujoso edificio que no era sino un conjunto de habitaciones motelescas, me fui al barrio de Escuela Militar. Lo más huérfano de personalidad que hay después de La Florida. No había que hacer, donde ir, nada. Sólo era amiga de la viejita del piso 11, que me invitaba a tomar pisco sour pero que murió repentinamente.

No me gustó ese lugar. De hecho penaban. Más encima en el primer piso había una consulta de un sexólogo que era justamente el que atendía a una ex pareja y debía topármelo en el lobby bastante seguido.

Ahí no alcancé a estar un año. Armé maletas y me fui en marzo del 2003 a la calle suecia, donde mi ventana se asomaba en medio de plátanos orientales y se respiraba un aire de paz y armonía.

No contaba con que en ese lugar conocería a un proyecto de novio que no prosperó. Tenía todas sus ventanas exactamente frente a las mías y cuando ya la buena onda se había extinguido mi vida se convirtió en un suplicio que duró hasta que él decidió no volver a abrir sus cortinas y continuamos con vidas separadas.

Ahí apareció un antiguo amor, y yo- envuelta en sus redes- devolví las llaves, conseguí camioneta y me fui al Forestal de nuevo pero con él. Pegué un letrero “Se Arrienda” en la ventana, que sólo sirvió para que mi padre –el día que me llevaba un nido de huevos de pascua- se enterara de que ya no estaba ahí.

Desde entonces hasta la fecha, he duplicado mis mudanzas.

Antioliguístico

Cuando tomo media botella de vino me pierdo historias. En fin, es bueno no beber, pero es mejor hacerlo sobre todo cuando uno está precisamente bebiendo. Ni antes ni después. Durante, es la mejor parte.

Pioneros es un gran Syrah, la cepa que la lleva junto con el temón de Tosca que repito como trastorno obsesivo compulsivo en el reproductor de CD que tenga a mano. Y en general los vinos son la única opción innovadora al momento de escoger algo diferente para tomar. Dentro de la categoría vinos, los hay tintos, blancos y rosados. De distintas cepas e incluso ensamblados. Cada uno es una oligovariedad y no me alcanzará toda la vida para probarlos todos.

Lo que pasa con los destilados es distinto. Ya en treinta años ninguno me sorprende. Me siento frente a la barra y al pedirle al Negro que me prepare algo iinovador, para mi ya es archi conocido. Creo que cuando uno ya ha probado todos los destilados blancos y dorados de todas las semillas, granos y tubérculos, así como también los fermentados de todas las frutas y se han combinado con solutos acuosos tanto lácteos, como cítricos y artificiales, no queda más que mezclarlo todo y ver que pasa. Pero ojo, eso también está repetido: el Long Island Ice Tea. Lo podría pedir con blanca en vez de coca cola, pero en realidad entre el 97 y el 98 lo tomaba así, clarito...

Ayer murió un joven de 21 años que participaba en una competencia de tequilas. Quería ganarse 250 euros y paró la chala. Me acordé de que también he tomado tequila en abundancia y aunque no morí, estuve cerca. Pero como me salvé, supe que gané, algo disfruté el triunfo y me transformé en eminencia del golpeado. Aunque la más golpeada fui yo, que terminé pasando el resto del año nuevo abrazada al asiento de porcelana.

Ahora viene la nueva etapa, los oligomartinis. Al Negro le pasé una lista con las combinaciones más esquizofrénicas. Como no existen los licores base en Chile y no voy a dedicarme a importar, comenzaré a hacer fermentaciones en casa. Que es harto más entretenido que hacer papel reciclado. El Oligobanana, el Oligokiwi, el Oligozanahoria, el Oligoaloe, el Oligosandía.... Y cada uno con su historia y su presentación.

Debo decir que el Cosmopolitan es uno de mis preferidos pero a la vez quiero aclarar que no es por Sex and The City. Lo tomo desde antes de eso. Y luego de ir al Lamu, le gana el licor de Lychee.... Ese es mi preferido-preferido. O sea, es bueno-bueno. Es Lychee-Lychee.

Si de mis sueños hago un libro y del sushi mi proyecto de título, del alcohol haré el sustento para mi preservación y poder seguir escribiendo y haciendo sushi.

Hoy ya es viernes, estoy de aniversario. El no es alcohólico. Es sibarita ¿ya?

jueves, marzo 10, 2005

Dobleces y Mitades

Ya comenté que tenía un doble, pero como ya no está de cuerpo presente, es que encarno ciertas duplicidades implícitas y al mismo tiempo evidentes.

Tengo dos veces la cintura que anhelaba tener, mi boca es el doble del promedio (de ancho, largo y grosor), el dedo chico de mi pie izquierdo está deformado a dos veces el tamaño el dedo chico del otro pie –que vendría siendo mi referencia de lo normal para mi ,porque lo acepto como tal-; tengo una nariz que se duplica en tamaño con respecto a lo que se proyectaba que llegaría a ser a mi edad y mi poto dobla en anchura a lo que son los pares promedios de mi género, raza y etariedad.

En todo caso mi teoría se ve violentada por un fenómeno matemáticamente contrario: las mitades. Esto se manifiesta en mis piernas por ejemplo, que sólo tienen la mitad del largo que correspondería, la zona de mi cuerpo más sensible es la que está justo en el medio: mi ombligo; cuando me duele la cabeza padezco de hemicránea (que consiste en un dolor equitativamente parcelado de manera meridional); y tengo el 50% de la vergüenza que tenía antes, aunque el doble del coraje.

Creo que si lo que tengo multiplicado por dos, lo divido por la mitad, finalmente tiendo a 1, “una sola”, y doy las gracias a quien me diseñó porque podría haber resultado completamente al revés: la cintura a la mitad de lo normal, la boca al 50% del promedio, el dedo gordo deformado a dos veces su tamaño, una nariz reducida a la fuerza; y carencia potil.

Siguiendo con las atrocidades, si mis piernas fueran en vez de la mitad de largas, el doble de flacas; si tuviera la zona más sensible de mi cuerpo al doble de la distancia de ahora (es decir más allá de mi cabeza o de mis pies: o sea fuera de mí), si los dolores de cabeza fueran permanentes estados jaquecosos con un 100% de área craneana cubierta, si mi vergüenza se duplicara cada vez más y mi coraje se redujera a la mínima expresión, sin duda que habría sido un perfecto error: habría nacido idéntica a cualquier otra mujer de mi familia.

Antojo

Pedí helado de chocolate y como no me gustaba ningún otro sabor- y podían ser dos- pensé pedir el mismo para la segunda bola. ¿Pero no será musho aliar chocolate con chocolate? Decidí buscar otra alternativa,pero me cuesta decidir. Están todos los helados pálidos y escarchados. Sólo el de chocolate se ve cremoso, cálido y me abre el apetito.

Miré más allá del mostrador y me di cuenta de que en vez de sabores típicos puedo escoger además la opción de galletas molidas. La más cara pensé que podía ser la mejor, así que pedí mini galletas de limón de $27 cada paquetito.

Cuando me estaban entregando el barquillo preparado con todo tal cual lo quería y tenía hecha agua la boca, comenzó a pitear la alarma del auto de mi marido. Corrí con el helado cubierto de galletas molidas y me di cuenta de que en realidad es más fácil irme en caja, total igual cabemos los dos.

“¡Mi amor, si los dos cabemos en la caja del televisor olvidémonos para siempre del problema de la alarma del auto que se dispara a cada rato!”- le dije. Me miró analíticamente y estaba de acuerdo conmigo. Era una notable solución.

Nos metimos dentro de la espaciosa caja, y ya sentada me preocupé sólo de saborear mi antojo mientras el puso primera y nos viramos.

miércoles, marzo 09, 2005

El alma de un cielo

¡Oh si! Mírate, justo llega un rayo de sol a tus ojos y puedo ver como si fueran ventanas lo que tienes por dentro. Es el mismo cielo, de un calipso turquesa, diáfano y pueril sin una sola nube.

Acá tienes un espejo, pero espera que tengo que hacer coincidir el reflejo del rayo de luz en tus astros para que veas el efecto transparencia. No te muevas que la maniobra es milímetrica.

¡Ahí está funcionando! ¿Te ves ahora? Quiero que veas lo mismo que yo. ¿Viste qué azul eres por dentro? ¡Ah pero espera! Algo pasa... Justo cuando te miras se ennegrecen tus iris. Mmm... ya sé, ven para acá. Siéntate a mi lado porque desde mi ángulo eres un ángel.

Sor Teresita

Mi hermana estaba inundada de sus aires soberbios, catolicoides y moralistas. De nuevo me increpaba por algo que para mí era absurdo y que atentaba contra mis ideas del sentido de la vida.

No quise escucharla más y aunque sea un ejemplo de dignidad y decencia femenina, la así flaca como es y la remecí entre gritos. En realidad la golpeé.

To Twin or not to Twin

Tengo una hermana que no es mi gemela, sino que parece haber nacido incluso de otra madre. Bueno, en realidad su madre es igual a ella, o ella igual a mi madre, perdón, a su madre. La que viene de otro útero tal vez sea yo, así que si alguien sabe quien me parió que me avise para que así no hable de mi madre sino de la de ella.

Algo sobre mi madre

Aterricé en Antofagasta, mi ciudad natal. Tomé un taxi y pagué al chofer con los dólares que me quedaron del viaje.

Llegué a casa de mis padres y me recibió la Carmen quien se apuró en desarmar mis maletas y lavar mi ropa sucia luego de prepararme una ensalada de frutas.

"Típico el regaloneo de la casa de mis padres - desde que no vivo acá"- pensé.

En eso aparece mi madre, luciendo un vestido de gala y un rostro empañado por la tragedia. Se notaba que había llorado; sus ojos estaban hinchados, su piel tenía marcas rojizas y sus ojos estaban cubiertos por un velo de espesas lágrimas. Le pregunto qué pasa y comienza con la letanía de siempre: "Es que tu padre sale en una foto conversando con una mujer y no lo puedo soportar. Este hombre anda en algo, ¡estoy segura!".

Miro la foto y en realidad no concuerdo con su apreciación. Mi padre se ve feliz, rodeado de amigos, así como siempre he querido verlo. Ya no quiero más de eso, así que sin pronunciar la palabra la miro y pienso: otra victimización. La compadezco, me doy media vuelta y me voy.

En ese instante ella me detiene y dice que ha revisado todas las cajas de remedios que compré durante el viaje, que sin duda son más de las que yo recordaba. Me entrega un billete de mil dólares rescatado por Carmen en la lavadora, lo recibo, doy las gracias y antes de cruzar la puerta, me guardo el billete y le regalo los remedios como souvenir de mi travesía. Ella los necesita más que yo porque son para el alma.

martes, marzo 08, 2005

Oligoparásitos

Lucía esplendorosa con aquella falda caminando como gacela. Cada cierto tiempo debía detenerme a rascar mis piernas para calmar una extraña picazón.

Ya en la esquina decido inspeccionar la dolencia y como padezco de miopía y astigmatismo, me acerco a cinco centímetros del objetivo, achino los ojos para deformar el globo ocular y así corregir en algún mínimo grado mi defecto de visión.

Logro enfocar y ver de cerca la cuenca de los folículos pilosos de mis piernas, epicentros de esta extraña sensación. Creí que todo se debía al florecimiento de mis poros ennegrecidos con su contenido: una milímetrica masa del diámetro de un pelo.

El síntoma parecía claro: La depilación estaba caducando y comenzaba la fase de crecimiento capilar, que se extendería por unos cinco días antes de volver a someter los pelos a los tirones de cera.

Caminé un par de cuadras mientras la picazón continuaba y se hacía cada vez más intensa. Repito la técnica para agudizar mi nimia visión y noto que los poros están levemente dilatados, como si los vellos encarnados fueran ahora más gruesos. "Qué extraño...". Sigo caminando.

Ahora la picazón es incontenible y sin agudizar mi capacidad visual y a pesar de la agitada velocidad de mi andar, noto en mis piernas una textura similar a várices amoratadas, con aberturas profundas y pelos gruesos, tal vez plumas, que vibraban dentro de los poros dilatados como potos de gallina.

"Esto es grave". Y sin más ni más, me siento en el suelo y comienzo a presionar el primer cráter. Era el más grueso y dilatado. Lo aprieto como quien intenta hacer explotar un forúnculo, pero comienza a asomarse un gusano pálido, como camarón en ebullición cuyo tamaño es algo más de un centímetro de diámetro.

Comienzo a sudar frío. Mis manos tiemblan y empiezo a apurar el trabajo de presión sobre los poros. Aún faltan alrededor de doscientos por evacuar y si no soy ágil en la operación, estos parásitos seguirán desarrollándose en mi dermis.

A medida que pasan los minutos voy extrayendo bichos más adultos. Es como si los segundos para ellos fueran años humanos. Cuando ya voy en el número veintitrés, observo que este ser tiene unas patas recogidas, negras y cubiertas de vellosidades. El numero veinticinco tiene ojos y un pico que se incrusta en mi piel al intentar extirparlo del poro donde se ha incubado. Ya el treinta está completamente formado, mide casi siete centímetros y al salir emite agudos gemidos mientras estira sus patas similares a las de un zancudo y extiende sus alas para iniciar su ciclo de vida fuera de la caverna.

Tengo paciencia y valor. No siento dolor. No veo sangre. Los poros transformados en túneles fueron cubiertos por una lámina de seda cuan capullos que cobijaron a estos seres.

Mis piernas se regeneran, el trauma -al comprender el bien mayor de dar vida- se suaviza. Los parásitos emprenden el vuelo y depositarán sus huevos en otras pieles que huelan a fértil y que permitan ser nido de seres desconocidos.

Oligoelementos

"Estoy cansada" - le dije. Pero ella miraba con los ojos blancos buscando la respuesta como quien intenta mirarse la nuca por dentro.

"Estoy muy cansada" - insistí. Y la respuesta ella la tenía en la punta de la lengua, pero aún no podía verbalizarla.

- "Estoy agobiada. ¿Qué me pasa?" - Volví a preguntar.

- "Te hacen falta Oligoelementos".

Baño inasible

Siempre me invaden unos deseos de orinar incontenibles cuando justo no queda más que resistirse a los impulsos que subconscientemente dominan mis esfínteres.

Era una de estas mismas veces, cuando me encontraba en el Oligomall de la capital a la que se accede sin pasaporte y donde convergen todos los seres que andan de paso, que buscan donde quedarse o que simplemente van a capear el calor gracias al aire acondicionado, elemento clave para subir las ventas en verano.

Yo no podía ver las vitrinas, ni la gente, nada... Sólo me importaba mi propósito de llegar al baño.

Por fin logro llegar, pero el acceso es un ascensor metálico de puerta giratoria. Gira cada un segundo y da dos vueltas. En una vuelta la puerta tiene el botón subir, el botón bajar, el botón abrir, el botón cerrar y el botón emergencia.

Medio segundo no es tiempo suficiente para descifrar los significados de cada uno, así que espero a que la puerta gire de nuevo y de nuevo para ir aprendiéndomelos y presionar el que me llevará al lugar que necesito. Sin embargo, al giro siguiente, la puerta cambia de apariencia y esta vez sus botones tienen íconos para representar damas o varones. ¡Esta sí es la puerta del baño!

Ya aprendí el ritmo de los giros, los turnos y ya estoy inteligiendo cual botón me llevará a donde quiero llegar. Lamentablemente, mi agilidad de movimientos se ve mermada por mis intensos deseos de orinar, si me muevo muy rápido ya será demasiado tarde... Trato de coordinar y casi como bailando un rap logro pulsar el botón "Damas" y entro al baño, pero al de hombres...

El hedor mezclado con el humo de cigarro y la larga espera por encontrar un lugar desocupado para mí, inquietan mi ánimo. Además la falsa caballerosidad de los presentes quienes insisten que esperen mientras tengo que respirar su mierda hacen que deba hacer extremo uso de la paciencia y del autocontrol. Miro por la ventana, ahí está el hospital. Enciendo un cigarro, y quemo la alfombra de mi abuela. Miro hacia el baño y durante la espera, éste ha viajado y no importa que el pasaporte no sea necesario porque ya no hay vuelta atrás, ni regreso.

Dientes de Choclo

Imagino que no servían para masticar, pero al mirarte se veían perfectos, enmarcados por tu sonrisa, ordenados y de un radiante color amarillo como los dientes de los choclos que compré en la feria del barrio este último domingo.

Sin embargo, aunque no sé bien para que servían más que para lucir una sonrisa perfecta, fue lamentable ver como los perdías uno a uno, de manera directamente proporcional a la cantidad de caracteres que enviabas o recibías en mensajes de texto en tu teléfono móvil.

Mientras chateas en tu vida, pierdes los dientes de choclo. Pero para eso estoy yo, para ir a la feria y llenar mi carro de nuevos y lustrosos dientes que te permitirán seguir escribiendo semana a semana sin dejar de lucir la sonrisa perfecta.

jueves, marzo 03, 2005

Oligopresentacion

Por fin he encontrado el lugar donde plasmar mis oligosueños y oligorealidades...