jueves, septiembre 29, 2005
miércoles, septiembre 28, 2005
Pobre Ave
Ayer viniste a vernos y no hiciste nada. Te veías como una astronauta vestida así, entera de blanco. Los puños largos de tu camisa parecían alas que podías agitar, no como yo, que en cambio estaba petrificado por el pánico.
Sé que éste era mi destino, pero te miré con súplica y, aunque tus ojos estaban brillosos al ver mi angustia, no hiciste nada.
Ayer en mi última mañana, todo parecía normal. Me sirvieron la última ración de granos, picoteé la reja de la granja y escuché un revuelo de aleteos en la jaula del lado. Eran ellos.
Entraron a la mía y nos metieron a todos los de esa galería a un camión con doble acoplado, donde cabemos 1000 de nosotros. No nos dijeron nada, y partimos.
La asfixia, el nerviosismo, el miedo y el stress eran intensos. El 5% de los que íbamos, murieron en el camino por ataques cardíacos, por eso, cuando llegamos a la planta faenadora, a ellos los tiraron a un lado y los dejaron muertos bajo la denominación DOA (Died on Arrival, que significa "muerto al llegar").
Creen que no pensamos, que no sentimos, que no sabemos. Aunque no lo digamos, se percibe ese tramo final camino a la "terminación", que no significa otra cosa que el degollamiento y descuartización es por eso que mucho mueren automáticamente.
Llegó mi turno y un joven operario me tomó y me colgó de las patas en un gancho del que no me pude soltar más. Mi pecho era frotado por una placa metálica que me otorgaba una agradable sensación de serenidad que me impedía aletear para zafarme.
Comencé a avanzar. Era uno más en la interminable fila colgante hacia la muerte, esa que avanzaba mecánicamente sobre una canaleta ensangrentada en un entorno pestilente invadido del hedor de cadáveres.
Entré al pabellón del horror y ahí estabas tú. Rodeada de gente que se veia acostumbrada a este tipo de faenas. Pero tú eras distinta, eso se leía en lo único que dejaban ver la gorra y la mascarilla: tus ojos.
Pasaste horrorizada, pero serena, observando este indigno acto humano de aniquilación. En un momento, te miré fijo a los ojos y pudiste cruzar tu mirada con la mía. Te recuerdo nebulosa, la sangre acumulada en mi cabeza colgando hacia abajo, turbaba mi visión y el pánico me impedía inteligir lo que ocurría a mi alrededor.
En eso, un shock eléctrico me erizó las plumas y me dejó inmóvil pero consciente.
Continué en la procesión de pavos, avancé 5 metros más y se acercó otro operario, su cara estaba oculta y sus fríos e impersonales ojos -rodeados de frondosas y negras cejas- se acercaron a mi yugular, donde la incisión fue rápidamente hecha dando muestra de una gran destreza y frialdad. La sangré brotó a chorros y la presión de mi cabeza se fue aliviando hasta entrar en un último sopor.
En eso pude entender por qué no me cortaron la cabeza inicialmente y seguí vivo y sufriendo ese pánico cada vez mayor: Mi cabeza era útil para invertirme una vez desangrado y colgarme en un nuevo gancho patas abajo. Sin la cabeza, no hay como asegurarme para extraer mis vísceras y patas.
Pasó el sopor y con eso se fue la vida. La parte siguiente la viste tú. Cuando me sumergieron en un recipiente caliente para eliminar todas las plumas y luego me pasaron por agua y aire a muy baja temperatura para enfriarme rápidamente y no quedar cocido antes de que los descuartizadores que contaban un pavo, dos y tres, comenzaran a extraer trozos de carne, lanzándolos a gigantes tambores donde eran clasificados para sacar los nervios, tendones e indeseables grasas con los que se hacen las salchichas que comes envueltas en pan con mayonesa y ketchup.
Tu gato se come el resto convertido en pellet o en paté, y mis plumas y patas son horneadas para obtener la harina con la que se alimentarán a los futuros congéneres que serán asesinados en 46 días más, en este mismo tren con destino a la muerte.
26 camiones llegan al día, 26.000 de nosotros pasan por esto, 1.300 mueren en el camino y la carretera alfombrada de plumas, es la visible demostración de esta ruta que emprendemos diariamente antes de llegar a la mesa de millones de chilenos, mexicanos, japoneses y norteamericanos que ven en el envase un logotipo con la imagen de un alegre ave, en vez de lo que en realidad debería haber ahí: la caricatura de un ensangrentado asesino.
martes, septiembre 20, 2005
Oligoimpostor!!!!!!!!!!
El verdadero Willy soy yo. Permitidme demostrarlo:
Konitukío fue con su padre, hace exactos 22 años, a comprar mariscos al Mercado Central de Santiago. Compraron picorocos, congrio, machas, cholgas y choros zapato.
Subieron a la maleta de ese Datsun año 1981, las bolsas negras llenas de productos envueltos en jugosos papeles de diario.
Al llegar a casa, voltearon todo en el fregadero de la cocina, para comenzar a lavar los ingredientes del Curanto, ese de Bienvenida para Mr. Nelson Printz. Los colocaron uno por uno dentro de un fondo de la misma altura de ella y llevaron todo a fuego lento para su cocción. Pero faltaban los choros zapato.
Konitukío los estaba desconchando, cuando en eso, se encuentra conmigo y me reconoce de inmediato: "Hola Willy" - dijo. Sin más, me subí a su mano y me llevó al baño. No sabía el destino que me esperaba.
Me dejó encerrado y flotando en agua fría cuando en eso vuelve con un balde color naranjo, me metió dentro, me subió con balde y todo a su bicicleta y me llevó de paseo. Pensé que habíamos llegado a la playa, pero esa arena donde me puso, estaba hace tiempo lejos del mar. Lo noté porque casi no le quedaba sal. Konitukío, la intención se agradece: se parecía a casa...
Con una pala, ella colmó de arena el balde dejándome sepultado y tuve que, con mis patas, hacer esfuerzos sobrecangrejiles para poder llegar a la superficie y respirar.
Una vez arriba, pude ver la cara de varios niños que con sus dedos entierrados querían tocarme, pero me salvé porque Konitukío lo evitó, al rellenar el balde de arena, ahora con un potente chorro de agua de la manguera.
Debo reconocer que aunque sólo me apetecía un poco de plancton, fue bueno saborear durante un par de días, esa arena de plaza remojada en agua, a la que ella le puso sal de cocina.
Ya cansado del precario menú y dado que no me comía las plantas que ella enterraba en el balde, me dio escamas de comida de pescado. Eso estuvo mejor... Pero no fue suficiente y tras quince días de sobrevivencia, morí.
Agradezco la despedida. Sin duda que esa cajita de fósforos donde puso mis restos no era más cómoda que el balde, pero tenía mi nombre. Y la cruz de palos de fósforos que puso junto a mi ferétro, junto con las flores, el sepelio, epitafio, llantos y entierro, han purgado mis pecados y ahora soy un cangrejo alado, su mentor, gurú y compañero. El verdadero Willy Camargo.
William Camargo
Disculpen la intromisión. Mi nombre es William Camargo, pero me dicen Willy. Willy Camargo.
Soy pornostar y esta fotografía fue tomada en Santa Barbara, California, en el verano del 72.
Konitukio aún no nacía, no era ni aún concebida cuando se estrenaban en alguna filmoesfera de Hollywood, las primeras películas que yo protagonizaba como estrella del porno americano.
Ella no sabía de mi existencia hasta ahora, pero sí la intuía, ya que soy yo quien rige a la pornostar que ella lleva dentro. Soy su mentor, su gurú, su alter ego.
Gracias Serafufis por entregarle las señales. Yo ahora y desde el más allá, me permito hackear su blog para hacerme presente y decirle: Konitukío, siempre puedes invocarme.
viernes, septiembre 16, 2005
Oligotransformación
Una mañana más y suena la alarma de mi celular... Son las 6: 45 am y me debo levantar, sin embargo, me estiro, miro hacia la ventana y aunque ya está de día y se ve que estará soleado, sé que el despertador sonará nuevamente a las 7:00, entonces me doy media vuelta y disfruto los últimos quince minutitos extra de cama...
No me doy cuenta cuando de pronto ya son las 7:00 y suena el otro celular -ese que tengo programado como medida de seguridad-, mi gato ha despertado y quiere regalonear...
Como no estoy en todo el día, le regalo 5 minutos de regaloneo en los que me quedo nuevamente dormida y a las 7:15 vuelve a sonar la alarma del primer teléfono - que está programado para sonar cada 15 minutos - pero no lo escucho. Lo escucho cuando se repite la alarma a las 7:30 y ya quedan sólo 15 minutos para irme a mi trabajo.
Salto de la cama, me voy al baño, y en ese tiempo me ducho rápidamente, me lavo el pelo, me pongo crema en la cara, un par de pantalones recién planchados en dos escuálidos minutos, calcetines, zapatos, una polera y chaqueta. Le pongo comida y agua al gato y salgo a las 7:50 de casa con 5 minutos de retraso, la cara limpia, el pelo mojado y lentes oscuros ocultando mis ojeras y tratando de mostrar una imagen digna, pese a que llevo sólo 20 minutos levantada y el carrete de la noche anterior ha sido extraordinario. Sin duda, éstos son los 20 minutos más estresantes de cada día.
Bajo al piso menos uno y me subo a mi auto. Con los lentes oscuros no veo casi nada en ese subterráneo, pero enciendo el motor y salgo por calle Maipú en dirección a San Pablo con las luces encendidas, porque nuevamente he olvidado apagarlas al salir.
Mi Citröen del 97 es bastante básico, y a poco andar la calefacción sale bastante fría. Como a las tres cuadras, comienza a calentarse el aire del ventilador. Me suelto la amarra en el pelo y lo dejo caer mojado y libre frente al viento. Dirijo las ventanas del aire hacia mi cara. Todas: la de la izquierda, la de la derecha y las dos del medio, a la máxima potencia, y comienzo a secar mi pelo mientras manejo al ritmo de Chemical Brothers: Hey Girls! Hey boys!....
Acelero y así me voy, con el cosmetiquero sobre las piernas. Ya en San Pablo con la Panamericana Norte, mi pelo está tan sólo húmedo. En el taco -bajo el puente en Vivaceta-, tomo el pote de cera para cabello y me aplico bastante con los dedos en el pelo, obteniendo un look fresco, natural, sofisticado y voluminoso: Efecto "Fan-Fun".
Antes de que la luz cambie a verde, me aplico gotas de base en la cara: una en la frente, una en cada mejilla, otra en la pera y la última en la nariz, las que esparzo alternadamente mientras manejo. A veces con la mano derecha, otras con la izquierda. Evado un par de caballos finasangre y un "evento" de eso que antes se llamaban hoyos.
En la próxima luz roja, antes del hipódromo, levanto mis lentes de sol, aplico sombra en un ojo, me vuelvo a poner los lentes ocultando la disparidad y parto. Antes de doblar en Dorsal, vuelvo a levantar mis anteojos y hago lo mismo con el otro ojo. "¡Tengo ojos!" Dos cuadras más y viene el otro semáforo: rímel.
A poco andar, me toca doblar a la izquierda y mientras esquivo los hoyos en Zapadores, me voy poniendo algo de rubor en las mejillas para poder contrarrestar la verde palidez.
Llego un día más a la oficina. Antes de bajar del auto, me pongo lápiz labial rojo y así, maquillada, estilosamente peinada y cinco minutos atrasada, subo las escaleras, enciendo mi computador y posteo algo, antes de entrar en el túnel del tiempo digital y laboral, para que luego sean las cinco y media de la tarde y no pueda salir sino hasta las 9, retocarme camino a una cita, acostarme nuevamente muy tarde y esperar a que se repitan las alarmas secuenciales de mis despertadores que darán inicio a un nuevo día...
martes, septiembre 13, 2005
Oligoreceta de Nigiris
Los nigiris son una preparación que se enmarca dentro del tradicional "Sushi", es decir, son bocados japones preparados en base a pescado crudo y arroz hervido.
Para prepararlo, cueza el arroz previamente lavado en agua hirviendo, en una proporción 2x1. Es decir, dos partes de agua por una parte de arroz. Y cuando esté cocido, retírelo del fuego y, una vez tibio, agregue vinagre de arroz a gusto.
Forme mojoncitos alargados con la plama de la mano y monte sobre cada uno de éstos, un filetito de pescado crudo cuidadosamente cortado (ver fotografía).
Para unir ambas partes, ate un cinto de nori al medio a modo de cinturón y sirva acompañando de una bolita de wasabi, un poco de gengibre y hojas verdes como decoración.
Ideal para lucirse en cualquier ocasión.
lunes, septiembre 12, 2005
Quinta Oligoanormal
Mis manos aún huelen a cebolla y me traen el recuerdo de esa tarde del último domingo, que no fue para nada cocinada.
Mis amigos llegaron a buscarme con un ramo de calas, me ordenaron la casa, la cabeza y el alma, mientras ponían la mesa para almorzar en la terraza. Los spaghetti frutto di mare al vodka, iban muy bien con ese tinto que, chambreado, fue inmediatamente dado de baja.
Estuvimos al sol, fijando a los huesos la vitamina E ansiosamente, igual que lagartijas huérfanas de UV tras un largo invierno. Chambreados como el vino, nos miramos y corrimos a una laguna cercana.
Navegamos por intrépidas aguas, tuvimos encuentros con piratas poncherosos y, entre risas, recordamos la última vez que nos entró agua al bote. Encallamos en un roquerío lleno de malolientes nalgas (sic) submarinas que se trepaban por los añejos maderos de los remos que olían también a cebolla.
Finalmente logramos desencallar y desembarcar en Lourdes, donde incrédula pero piadosa, encendí las velas que se habían apagado con el viento. En una mano llevaba una cruz de Palqui para espantar las malas vibras, y en la otra un churro, igual al que se comió una loca, entumida y descontextualizada alpaca.
jueves, septiembre 08, 2005
Oligo-obsesión
La obsesión es evidente, no soporto más la invasión, las incesantes llamadas, los correos electrónicos, los mensajes, las súbitas visitas y apariciones donde sea que yo esté, más tus compulsivos posteos en ese blog del que no se escapó ni mi gato.
Esa psicopateada obsesión, mezclada con un extraño sentido de posesión cuando en estricto rigor me repele, no la quiero para mi vida. ¡Huir!
Prefiero mi apacible soledad, mis fantasmas, mi mente en blanco, mis días off sin tener que darte una explicación y sin tener que tragarme esas exclamaciones de vieja cobrando sentimientos. No a lugar.
Fue una lástima amigo mío terminar así. Fue un gusto conocerte. Gracias por tu compañía y perdón, pero no quiero tolerar nada de eso. Y veo que esto es insostenible, pues pintas para demente y eso espanta.
Fue bueno acompañarnos, pero no mediste las consecuencias de tu TOC.
No quiero más flores, no quiero saber más de canciones, de relatos, de presiones ni lamentos.
Vives cerca, y sólo aceptaré saber de ti cuando hayas aprendido a dimensionar tus acciones que por ahora, han llegado demasiado lejos.
Y aunque soy de la idea de hablar las cosas cara a cara, esto va por este medio, el mismo que has usado para desnudar mi cotideaneidad y tus pasionales deseos en tu blog.
viernes, septiembre 02, 2005
Oligoputa IV
Puta. Eso me dijo el cura que quería llevarme en su camioneta Ford del año 50, cuando no me quise subir. Se fue alegando. Seguramente es loable salvar almas en la calle, sobre todo si se creía un padre Hurtado, claro que en versión
re-coge putas.
Al día siguiente, a eso de las 20.00 hrs, ya estaba en clases de nuevo. Esta vez el tema fue "Sexo en el umbral geriátrico". Para mi algo absolutamente nuevo y contradictoriamente común.
Los hombres se mantienen sexualmente activos toda su vida, pero ya entrando en la sexta década, comienzan a decaer las oportunidades y el rendimiento. Es por eso, que un gran porcentaje de nuestros clientes serán coetáneos a la bomba atómica y previos a ella también.
Nos hablaron de fisiología, patologías y piscología de la tercera edad. Y profundizamos en el riesgo de amnesia producida por sexo en los ancianos.
Extrañamente, hubo dos clientes con amnesia transitoria total después de haber realizado el acto sexual con dos chicas de la academia. Uno de ellos fue un hombre sano de 72 años de edad que no recuperó la memoria y la función cerebral normal hasta 12 horas después. El otro caso fue el de un hombre de 75 años que recobró su estado normal 15 horas más tarde, y que todavía no recuerda nada de lo que ocurrió durante esas primeras horas de amnesia. Terrible.
El Dr. Barría, nuestro profesor invitado, nos dijo que debìamos tener expreso cuidado con esta situación que podría deberse a la Maniobra Valsalva, nombre clínico que se emplea para referirse al esfuerzo que realiza el organismo en situaciones como el nacimiento o el acto sexual.
Durante este movimiento, se contiene la respiración y los músculos se contraen, cargando presión en el pecho y en el cuello, lo cual impide que llegue sangre al cerebro. Esta situación, más la activación del sistema nervioso simpático durante el acto sexual, puede afectar a la memoria y a otras funciones cerebrales.
La Francoise nos contó que a ella le pasó algo similar la semana pasada. Tuvo un encuentro sexual inesperado con un anciano amigo de la familia, cuyo desenlace fue funesto.
El anciano tenía un pene pequeño que se perdía entre los canosos y escuálidos vellos. La erección posibilitaba la penetración pero la sensación para ella era casi inexistente. El viejecito se esforzaba en darle placer, pero ella, quien tenía un tercio de la edad de él, perdió la paciencia y decidió llevar el control montándose a horcajadas sobre el anciano.
Ella se estaba acercando al clímax cuando notó que al viejito se le inflaba el pecho y no lograba exhalar. Tenía los ojos blancos y su hinchado vientre parecía que iba a explotar.
Ella detuvo todo. Se retiró y él quedó ahi como herido de guerra y asfixiado por el anillo del condón, con la mente en blanco, indefenso, desnudo y excitado pero incapacitado de cualquier acción.
Tras quince minutos de insistencia, la Fran obtuvo respuesta de parte del viejo:
- "Señor, ¿está bien?"
- "¿¿¿¿Amelitaaaaaa?????
La Hermana Amelita ya había muerto hace años. Y el anciano debió recibir ayuda médica de urgencia. No podrá conducir su camioneta Ford del 50 en un buen tiempo...